Una de los bonitos recuerdos que tengo yo de los ochenta fue cuando fui con mi amiga Molly a Berkeley desde Santa Cruz a ver a Don Ata tocar. Después del recital tuve la osadía de ir a saludarlo y siempre recordaré lo amable y cariñoso que estuvo. Aprendí entonces por primera vez que su madre era vasca. En fin, qué tiempos aquellos.
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